En las clases de periodismo se
enseña a los alumnos a verificar las noticias a difundir, a cruzar información, a no dejarse llevar por la emoción de publicar
una primicia y correr el riesgo de propalar información errónea.
La credibilidad es el mayor capital
de un medio de comunicación y de los periodistas que ahí trabajan.
Esta semana el prestigioso diario
español El País publicó una supuesta foto del convaleciente presidente de Venezuela,
Hugo Chávez, y posteriormente, al
comprobar la falsedad de la foto, se vio obligado a retirar la edición impresa
y digital. Esto hecho le significó un gasto de más de 200 mil euros, pero sobre todo ser
el blanco de críticas y burlas.
¿Cómo llego la foto a la redacción?,
¿cuánto pagó el diario por esa imagen falsa? y ¿quiénes tomaron la decisión de
publicarla y, luego, retirarla? Todos los entretelones de esta historia se
narran en una crónica publicada en el mismo diario bajo el título de “Relato de
un error de El País”, que a continuación reproducimos.
Relato de un error de El País
EL PAÍS cometió el pasado jueves
uno de los mayores errores de su historia. Ese día, el periódico difundió una
fotografía falsa aportada por la agencia Gtres Online en la que supuestamente
aparecía intubado el presidente venezolano, Hugo Chávez. Pese a las dudas que
les surgieron sobre las circunstancias que rodeaban esa imagen, los
responsables del diario decidieron difundirla. Esas dudas no resueltas quedaron
reflejadas incluso en el breve texto que acompañaba la fotografía, en el que se
indicaba que “EL PAÍS no ha podido verificar de forma independiente las
circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar.
Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que
impone el régimen lo han hecho imposible”. El director de la publicación,
Javier Moreno, es el primero en asumir que fue una equivocación: “Ese es el
error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no
habíamos verificado”. Como Moreno, toda la cadena en la toma de decisiones
asume la gravedad de lo ocurrido y pide disculpas. En cuanto tuvo conocimiento
del error, la dirección del periódico ordenó recoger todos los ejemplares
distribuidos hasta ese momento y, a la vez, retirar de la web la falsa
fotografía. El coste de la reimpresión del diario y la nueva reimpresión supuso
un coste adicional de unos 225.000 euros. El error tuvo una gran repercusión en
las redes sociales y originó también la protesta del Gobierno venezolano. Nada
más regresar de Davos, donde se encontraba, Javier Moreno analizó los hechos
con el Comité de Dirección y el Comité Profesional, anunció cambios para
mejorar el método en la toma de decisiones y encargó un relato a dos
reconocidos periodistas del diario. Este es el resultado de ese trabajo
periodístico.
“¿Puedes hablar? Es urgente”. A
las dos de la tarde del miércoles 23 de enero, Javier Moreno, director de EL
PAÍS, observa en la pantalla del teléfono que tiene dos llamadas perdidas del
director adjunto, Vicente Jiménez. Moreno está en Davos (Suiza) asistiendo al
Foro Económico Mundial en el que se reúnen las élites sociales y económicas del
planeta. Le extraña que desde la redacción en Madrid se comuniquen con él
mediante Facetime, aplicación para hablar por videoconferencia.
—Javier tenemos una foto de una
persona que parece Hugo Chávez en una sala de operaciones. La ofrece una
agencia y estamos haciendo gestiones para conseguirla porque primero se la han
ofrecido a El Mundo.
—¿Qué sabemos de la fotografía?
—La agencia dice que la ha sacado
una enfermera en Cuba y que se la ha enviado a su hermana a España.
Esta la ha
ofrecido a una colaboradora de la agencia.
—¿No podemos tener más
información?
—Luis Magán [jefe de fotografía]
va a comer con el comercial de la agencia y lo va a intentar.
La foto está haciendo su entrada
en el periódico. Es la foto que protagoniza uno de los mayores errores de la
historia del diario EL PAÍS. Esta es la narración de cómo una imagen falsa
acabó en la portada, reconstruida a través de conversaciones con los que
intervinieron en el proceso.
Las llamadas perdidas de Jiménez
son para enseñarle la foto al director. Pregunta si se la puede enviar a Davos,
pero el comercial de la agencia, Manuel Montero, rechaza su difusión. Facetime
es la solución más rápida para mostrarla a distancia.
El director adjunto se comunica de
nuevo con Moreno y le enseña la instantánea. “Me mostraron la fotografía
montada sobre una cartulina blanca. Pedían 30.000 euros y respondí que no. Me
parecía la típica subasta entre periódicos”, recuerda Moreno, que sugiere
ofrecer 10.000.
Cuando el director ve la
fotografía le asaltan dudas de que sea un montaje y pide que se verifique.
Minutos más tarde envía un SMS a Jiménez: “Estamos seguros de que es Chávez,
¿no? ¿No alguien que se le parece en un montaje hecho en Lima, por ejemplo?”.
Jiménez responde: “Creo que no, pero, claro, es una foto que llega por un cauce
irregular”.
La foto falsa llega a EL PAÍS a
través de la agencia Gtres Online. El miércoles 23 de enero, a las 11.00, Luis
Magán queda en una cafetería con el director comercial de esta agencia que
provee a EL PAIS desde 2009 con fotos, sobre todo, para las secciones de Gente
y Cultura. Montero anuncia que tiene una foto de Hugo Chávez hospitalizado. Y
que se la han ofrecido antes al diario El Mundo, pero la operación aún no está
cerrada.
Sobre las 13.30, Montero se
acerca a un bar próximo a Miguel Yuste, 40, la sede del diario EL PAÍS, con una
carpeta blanca con el logo de la agencia. En su interior, dos reproducciones en
papel de la misma imagen. Magán las ve por primera vez: “La veo y creo que es
Chávez. Lo único que pongo en duda es la fecha en que se haya hecho la foto”,
recuerda.
El jefe de fotografía pide
explicaciones y Montero ofrece su relato. Cuenta que la foto ha sido realizada
hace siete días. Que ha llegado a la agencia a través de una colaboradora de
plena confianza.
Magán sube con la foto al
despacho del director adjunto, Vicente Jiménez.
—¿Esta agencia será de fiar, no?,
le pregunta Jiménez, en referencia a la agencia.
—A mí me parece que es Chávez, le
responde Magán, en alusión a la foto.
A lo largo de la tarde del
miércoles 23, por el despacho de Vicente Jiménez pasan, entre otros, Luis Magán
y tres subdirectores: Jan Martínez Ahrens, Goyo Rodríguez y José Manuel Romero.
“En esos momentos estamos manejando la sensación de tener una exclusiva
mundial”, relata Magán. Hay dudas sobre la fecha y la autenticidad de la foto.
“Pero nadie pone en duda que sea Chávez”, relata el jefe de fotografía.
Es fundamental despejar
incógnitas. El subdirector Jan Martínez Ahrens es el encargado de hacerlo. Se
reúne en su despacho, después de la hora del almuerzo, con el comercial de
Gtres Online y le interroga sobre la procedencia de la foto. “El relato es
francamente flojo, vago y difuso”, cuenta Martínez Ahrens. Sobre las 17.30 pide
hablar con el director de la agencia, Carlos Van Eyck, y le somete a un tercer
grado telefónico. Van Eyck asegura que creen que la foto es verdadera y dice
que confían en la persona que la ha traído a la agencia. No da la identidad del
contacto en España, ni la de quién ha tomado la foto con el objetivo de
proteger al filtrador.
“¿Te la han podido colar?”,
pregunta Martínez Ahrens.
“Me la han podido colar”,
responde Van Eyck, quien en otros momentos, en cambio, insiste en la fiabilidad
de su fuente.
Martínez Ahrens traslada esta
información a Vicente Jiménez.
La agencia y su representante
insisten una y otra vez en que la fuente de la que han recibido la fotografía
es fiable y que confían en su colaboradora. En paralelo continúa la negociación
económica. El representante de Gtres Online pide tiempo para hablar con la
intermediaria.
Hacia las ocho de la tarde,
Jiménez recibe la información de que la negociación ha prosperado y que la
fotografía va a ser adquirida. “Cuando pactamos el precio [15.000 euros] decidimos
publicarla”, recuerda el director adjunto. “Nos dicen que no quieren que se
firme la fotografía porque podría poner en peligro a la persona que la hizo.
Nos pareció razonable y creímos que era una salvaguarda de protección y no
debilidad de la fuente. Era una enfermera que se estaba jugando la vida. Está
claro que nos equivocamos”.
¿Por qué se tomó la decisión de
publicar la foto si la agencia Gtres Online no había respondido a todas las
dudas que se le plantearon esa tarde? “Consideramos que la fotografía era buena
y seguimos de forma natural”, explica el director adjunto. “No se votó ni nadie
planteó su oposición. Nadie me trasmitió dudas serias sobre la conveniencia de
no publicarla o sobre su autenticidad, salvo un subdirector, que dudaba si debíamos
publicar la imagen de un enfermo, pero estábamos de acuerdo en que era una
noticia relevante porque el Gobierno venezolano no informa sobre la salud de su
presidente. Hicimos una cesión de confianza a la agencia a pesar de que había
puntos que no se podían comprobar”, reconoce Jiménez. “Hicimos mal nuestro
trabajo”.
Magán, que recibió la oferta y
negoció la compra, lo recuerda así: “Fue una decisión colectiva. Llega un
momento en que tenemos que arriesgarnos o no”. Hugo Chávez no aparece en
público desde el pasado mes de diciembre ni acudió a la toma de su posesión en
Caracas al permanecer convaleciente en La Habana. Su dolencia está rodeada de
secretismo.
Desde Davos, el director de EL
PAÍS insiste durante la tarde en que se verifique la autenticidad de la
fotografía. Se ha encontrado con Moisés Naim, analista venezolano y columnista
del periódico al que le cuenta que se está trabajando en la historia. “En un
momento dado me trasladan la convicción de que la agencia lo ha verificado, que
la historia es buena, que vamos adelante. No me dijeron que había muchas dudas
porque si hubiera sido así lo habría parado, pero como había incógnitas sin
resolver le pedí a Vicente que en el texto se añadieran, como información
adicional, las preguntas a las que no habíamos podido responder. No como
cautela sino como información complementaria. Creí que lo más honesto era
reconocerlo”.
Moreno asume que fue un error
publicar la foto y acompañarla de un texto que dice que no se confía en la
instantánea. “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada
una fotografía que no habíamos verificado”.
La apostilla dictada por Moreno y
que se incluye en el pie de la imagen falsa dice: “EL PAÍS no ha podido
verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la
imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de
Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho
imposible”.
El director asume que dejar en
manos de una agencia las verificaciones que debería haber hecho el periódico es
un error grave. La precipitación fue el otro. Y reconoce que el hecho de que la
información fuera compartida por un número reducido de mandos multiplicó el
riesgo.
A partir de las 21 horas se
comienza a editar la imagen para la edición impresa. La fotografía falsa pasa
por más manos: diseño, fotografía, internacional y se vuelca en el sistema de
edición Hermes por lo que numerosos redactores ya la pueden observar en
pantalla. Media hora antes, el director adjunto y los subdirectores muestran la
imagen a Guillermo Altares, redactor jefe de Internacional. “¿Esto es lo que
creo que es? ¿Estáis seguros al cien por cien?”, pregunta el periodista a sus
jefes. “Estaban muy seguros de lo que tenían”, recuerda. Altares propone hablar
con el colaborador en Caracas, Ewald Scharfenberg, pero se decide no
comunicarle la noticia por temor a que a través de la conversación telefónica
se filtre la exclusiva. “Tengo plena confianza en Ewald pero no en las
comunicaciones venezolanas”, apostilla el redactor jefe.
Martínez Arhens, subdirector,
telefonea al colaborador en Caracas y le advierte de que el periódico va a
publicar una información sensible para prevenirle. “Me dijo que era un asunto
delicado y que estuviera atento a la reacción del Gobierno”, señala
Scharfenberg. El periódico no le informó de que iba a publicar una supuesta
foto de Hugo Chávez.
A esa misma hora, Mokhtar Atitar,
31 años, editor gráfico de la web, ve la fotografía y le asaltan las dudas.
Deja su asiento en la mesa digital en forma de media luna situada en el centro
de la redacción y se dirige a la mesa de Magán. Le expresa sus reticencias, no
tiene claro que la imagen sea buena. Después regresa a su puesto y se pone a
buscar en Google para ver si hay en la red alguna imagen parecida. “No encontré
nada pese a que hice varias búsquedas de imágenes. Lo hice por iniciativa
propia”, explica. Atitar busca fotos, pero la imagen, en realidad, procede de
un vídeo.
En Davos, sobre las 23 horas,
Naim coincide de nuevo con Moreno.
—Javier, ¿cómo va la historia?
—Vamos a dar la foto.
—¿Puedo tuitear la noticia?
—Pero no digas que es Chávez.
Naim tuitea: “Prepárense para una
extraordinaria foto exclusiva en la web de El PAÍS en breve”. Poco después,
Moreno lo retuitea.
Ewald Scharfenberg, el
colaborador en Caracas, ve el tuit de Naim y escribe a Altares para preguntarle
si sabe de qué va la cosa. “Me responde: no te puedo decir nada sorry [lo
siento]”. La supuesta exclusiva se ha manejado con la máxima discreción para
evitar filtraciones. Más tarde, Scharfenberg le envía otro mensaje en el que le
advierte sobre una fotografía vieja que ese mismo día circula, una instantánea
de Chávez con su padre y hermano.
Son las tres de la madrugada en
Madrid, las ocho en México D.F y Bernardo Marín llega a la redacción digital
que EL PAÍS tiene en la capital mexicana. Los ejemplares de la edición impresa
con la foto falsa en portada ya están llegando a esas horas a distintos puntos
de Latinoamérica, sobre todo a Argentina. Y ya hay gente tuiteando que EL PAÍS
lleva a Chávez intubado en portada. Marín llama a Jiménez y le dice que
considera que hay que adelantar la publicación, dado que en las redes ya se
empieza a hablar de ello.
Las cuatro personas que están en
ese momento en la redacción de México, responsables de la web del periódico
durante la noche, empiezan a preparar la pieza informativa digital. Por
centrarse en la preparación del despliegue, pierden de vista por cinco minutos
la conversación de Twitter, donde algunos empiezan a hablar de que la foto
puede ser falsa.
A las 3.52, Bernardo Marín
aprieta el botón de publicar. La supuesta gran exclusiva mundial se empieza a
difundir en las redes sociales, Twitter y Facebook. A las 3.54 mira su cuenta
de Twitter para ver qué repercusión está teniendo la noticia. Ve que hay tuits
que ponen en cuestión la autenticidad de la foto. “Cuando es la dirección del
periódico la que ha dado por buena una información, ni se te ocurre pensar que
puede ser un error”, explica por teléfono desde México. Inés Santaeulalia, una
de las redactoras en ese país, llama por teléfono y alerta de que hay mucha
gente tuiteando que esa foto es falsa. La cuenta de Twiter de Moisés Naim
recibe insultos : “Hubo una explosión de agresiones por parte de seguidores de
Chávez. Algunos incluso dicen que yo tuve un rol en todo esto”, explica el
escritor.
Marín comprueba que la foto ha
sido extraída de un vídeo que está circulando por la red. Se trata de una
captura. Aparece un paciente acromegálico en una mesa de operaciones. La imagen
data de 2008. La noche anterior, de hecho, la televisión pública venezolana ha
denunciado que ese vídeo esta circulando, que es falso, y que no es Chávez.
Marín llama a Vicente Jiménez y
le manda una captura de pantalla del vídeo. Son las cuatro de la madrugada.
A las 4.08 Javier Moreno recibe
la llamada del director adjunto. Se encuentra descansando en la habitación de
su hotel a las afueras de Davos. La conversación dura cuatro minutos y Moreno
ordena que los responsables de la web retiren la fotografía de la portada y que
se paralice la distribución de la edición de papel para evitar que llegue a los
quioscos. “Tomé la decisión al instante, sin pensar lo que iba a costar y sin
consultar a nadie”, recuerda el director. Desde ese instante, y hasta las 8.12
horas, Moreno hace 26 llamadas y decide reimprimir EL PAÍS para volver a
colocarlo en los puntos de venta.
A las 4.10, Jiménez llama al
responsable de distribución e impresión de Pressprint, Juan Manuel Albelda. Le
dice que es preciso retirar toda la tirada. Albelda le informa de que hay rutas
que están distribuidas y entregadas. No se consigue frenar la distribución de
ejemplares destinados a las líneas aéreas, ferrocarriles, hoteles y
suscriptores. En España, 4.100 ejemplares llegan a los lectores con la foto
falsa. “De llegar la orden media hora más tarde, hubiera sido dramático”,
confiesa Albelda.
Se consigue paralizar el 93% de
la tirada. Pero en Argentina solo se recupera un 30% y 8.050 ejemplares llegan
a los quioscos. En la República Dominicana se recupera un 10%: 5.670 ejemplares
con la foto falsa llegan a destino.
En total son 22.635 los
ejemplares con la foto falsa que se distribuyen. Se vuelve a imprimir una nueva
edición. El coste de la reimpresión del diario ronda los 125.000 euros. La
nueva distribución que hay que poner en marcha supone otros 100.000 euros.
“Me pareció increíble que, algo
que para cualquier venezolano era un timo, fuera en la portada de EL PAÍS”,
remata Scharfenberg, colaborador en Caracas.
La reacción del Gobierno
venezolano es inmediata. El chavismo acusa a EL PAÍS de participar en un
complot contra la oposición. “Nadie cree que la foto es algo casual, los
lacayos internos tienen su réplica en el extranjero”, escribe en su cuenta de
Twiter el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. “Cada vez que
alguien en el mundo, llámese EL PAÍS, Bosé, Juanes, Willie Colón, Cochez o
Uribe, ataca a la patria, la oposición lo hace su héroe”, dice en otro mensaje
reproducido por medios oficiales.
El Gobierno de Hugo Chávez
anuncia que emprenderá acciones legales y su embajada en Madrid acusa al diario
de “despreciar” a los venezolanos. “La publicación de esta fotografía grotesca
no es más que la confirmación de la campaña sistemática que ese periódico y
otros más mantienen aprovechándose de manera atroz de la situación de salud por
la que pasa el comandante Chávez”, espeta Ernesto Villegas, ministro de
Información. Desde Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
escribe en su cuenta de Twitter: “En la portada de EL PAÍS vi una foto. Me
corrijo, eso no es una foto, es una canallada”.
Al día siguiente de la
publicación, descubierta ya la estafa, una reunión en Miguel Yuste con los
responsables de Gtres Online permite comprobar que la primera versión que
dieron no es correcta.
Carlos Van Eyck, director de la
agencia, explica que en la misma mañana en que se descubrió la falsedad, su
colaboradora llamó a la persona que le facilitó la fotografía y que esta cambió
su versión.
El nuevo relato hace que la pista
de la foto se difumine aún más. La supuesta intermediaria en España es una
venezolana que ha recibido una foto enviada por su hermana, vía Whatsapp, desde
Venezuela. Esta última, a su vez, es la que habría recibido la imagen
supuestamente procedente de Cuba. Pero, no. La foto era falsa.