6/1/13

Acogimiento Familiar


En el Perú, según la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), hay 10,400 niños, niñas y adolescentes que viven en centros, hogares, albergues, aldeas o casas hogar, pertenecientes a instituciones particulares y del Estado.Estos niños no viven con sus familias por diversos motivos: maltrato psicológico,  físico,  sexual o abandono.

Estos menores de edad tienen derecho a vivir en familia, pero como la suya no es la adecuada por el momento, tienen la posibilidad de ser acogidos, cuidados, protegidos  por otras familias. Esta posibilidad se llama Acogimiento familiar.

En el Perú, el Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF) promueve el acogimiento familiar, tiene profesionales dedicados a posibilitar ello, evalúan a las familias y les brindan la asistencia necesaria para que se hagan cargo del cuidado temporal de los menores. 
No es una adopción, tanto las familias como los niños, saben que es una convivencia temporal.

A continuación presentamos el vídeo de la campaña "Por su derecho a vivir en familia" , en el cual participaron los  actores Elena Romero, Javier Echavarria y Natalia Parodi.

Puede contactar con INABIF llamando al teléfono  614 4575, o escribir al email: familiasacogedoras@inabif.gob.pe




El diario La República ha publicado sobre este tema un excelente reportaje que reproducimos:




Bienvenidos a nuestro hogar

En el Perú, hay 20 familias que han abierto sus casas a niños, niñas y adolescentes cuyos progenitores, por el momento, no pueden hacerse cargo de ellos. Los educan y cuidan como a sus hijos hasta el día que puedan regresar con sus padres biológicos.
Texto: María Isabel Gonzales
Adriana llegó a casa de los Solano Rincón con la confianza de quien siempre ha vivido allí. Menudita, con 14 kilos, ojos grandes y pestañas rizadas y aspecto inofensivo, la niña de cinco años ha conquistado a todos los miembros de la familia. Hasta finales de agosto vivía en una aldea infantil, un hogar o centro comunitario para los niños que están bajo tutela del Estado. Su madre biológica falleció cuando ella tenía algunos días de nacida y el padre aún no puede hacerse cargo de ella. Por eso es que, enterados del caso, los esposos Nesías Rincón Fidel Solano tuvieron una larga charla con sus tres hijos: Juan de Dios, Lucero y Aracely. Discutieron la posibilidad de darle un hogar junto a ellos en Huaycán, en donde viven. Todos tendrían que hacer cambios en sus rutinas y poner la mano en la crianza de la niña. No era una decisión sencilla, así que se tomaron su tiempo para pensarlo.
Cuando estuvieron de acuerdo tocaron las puertas del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), a cargo del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables(MIMP). Allí les explicaron la modalidad de acogimiento familiar para una menor de edad como Adriana. Les advirtieron que no se trataba de una adopción sino de una medida bajo la que cualquier peruano, casado o soltero entre 25 y 60 años de edad, puede solicitar convertirse en una familia temporal. Inabif les hizo algunas evaluaciones y el resto consistió –y sigue consistiendo– en varias cuotas de compromiso y disposición para llevar adelante el programa.
La idea es que los niños y niñas no pierdan el contacto con sus padres biológicos. Se les hace un seguimiento hasta que haya señales de que es tiempo de reunirlos. El objetivo es que vivan en un ambiente distinto al de una institución donde no siempre es posible darles unaatención personalizada.
A Nesías, una andahuaylina que como muchas otras mujeres llegó a Huaycán en la búsqueda de un terreno propio, le daba miedo encariñarse. Pero Fidel, el jaujino que toca el saxofón y que ha sido profesor de música, albañil, panadero y hasta mecánico, la tranquilizó con sus palabras. "A los hijos los criamos como si nos pertenecieran. Pero ellos son los dueños de sus vidas y algún día se irán. Somos como el arquero que lanza sus flechas y que luego las busca desesperado porque las quiere recuperar. Pero las flechas van libres hacia su destino”, le dijo. Y con esa consigna siguen hasta hoy.
Sentados en la sala de su casa, Fidel y Nesías ven jugar a Adriana con Lucero y Aracely. Adriana hace de cajera y con su pequeña máquina registradora revisa los productos que sus clientas están por llevarse. "Cuando llegó era tranquilita. Ahora ya agarró confianza y es una lora", cuenta Fidel. Nesías afirma con la cabeza. Se levanta del sillón y coge un retrato de un estante. Dice que es Adriana cuando era una bebé, y lo muestra con orgullo. Sobre su imagen está escrito: "Haz del mundo un lugar mejor". Para ellos lo más importante de ahora en adelante es encaminarla y darle la seguridad que un hogar consolidado puede dar. "Queremos que sienta que no está sola. Que puede recurrir a nosotros cuando quiera y que no tratamos de ocupar el lugar de sus padres. Al contrario, quisiéramos que sienta que tiene una gran familia", asegura Nesías mientras vuelve a dejar el retrato en su lugar.
Ambos esposos coinciden en que uno de los temas más difíciles de abordar es el de los padres biológicos. Sin embargo, la pequeña lo resolvió antes de que le tocaran el asunto. Hace unos días llegó a casa una sobrina de la pareja para jugar con Adriana. Mientras sacaban las muñecas empezó una conversación que a Nesías le puso los pelos de punta. "Adriana, yo nací de la panza de mi mamá, y tú ¿de dónde naciste?", preguntó la niña. Adriana respondió: "Yo también nací de la panza de mi mamá. Ella está en el cielo. Pero yo tengo tres mamás: la que está en el cielo, otra en la aldea y una mamá acá". Cuando la niña terminó la frase, Nesías corrió para abrazarla. La apretó muy fuerte mientras Adriana la miraba sorprendida. "Los niños hacen las cosas más sencillas. Somos los adultos los que nos complicamos", dice Nesías. 
DOS ADOLESCENTES
Por las mañanas, Diego practica los pasos de Michael Jackson con la canción 'Smooth Criminal'. En la pantalla del televisor la imagen de la estrella del pop se detiene en cada pausa que Diego hace para memorizar sus coreografías. Este chico de 13 años se toma muy en serio sus ensayos para una actuación en el colegio. Miguel lo mira desde el comedor. Él tiene 14 años y está buscando en el diccionario algunos significados para la tarea. Ambos viven desde hace tres años en la casa de Gabriela González y Hans Staub, una pareja de esposos que también es parte de las familias de acogida del Inabif. Gabriela tenía una amiga que le contó las historias de los niños que necesitaban de un hogar temporal, se interesó e hizo su solicitud. Le preguntaron si podría cuidar a dos chicos de 10 y 11 años. Ella y Hans estuvieron de acuerdo. Así es que desde el 2009 Miguel y Diego se mudaron con ellos a Chorrillos.
Al inicio no fue sencillo. Había que repartir las tareas de la casa porque Gabriela debe ir a la Universidad César Vallejo a dar clases en la facultad de enfermería. Su objetivo era ayudarlos a subir sus notas en el colegio y estimularlos haciendo deporte. Primero fue la natación y luego el tenis. Gabriela recuerda que ya había olvidado lo que era criar a un niño que está por entrar en la adolescencia. Ella tuvo dos hijos en su primer matrimonio pero por estos días ellos ya tienen más de 25 años. "A veces les preguntaba algo y no me respondían", recuerda. Pero con las conversaciones a diario y su voluntad de pedagoga ahora los chicos saben que pueden contar con ella. "Diego es uno de los mejores de su clase. Ha mejorado muchísimo sus notas. Y a Miguel le encanta leer, siempre anda en la biblioteca", dice.
Mientras Gabriela habla de sus experiencias al lado de Diego y Miguel, Hans la escucha. Él es suizo y conoció a su esposa hace quince años. Vivieron en Suiza durante algún tiempo y luego decidieron volver al Perú. Cuenta que lo más importante es transmitir a los muchachos experiencias de vida para que tengan alguna referencia más adelante. En su país también existen las familias de acogida pero en Perú no lo había visto como algo muy extendido. Y tiene razón: recién desde el 2007 el Mimdes, la Fundación Buckner y el Inabif firmaron un convenio para poner en marcha una campaña de acogimiento familiar. "En el Perú somos 30 millones de peruanos; estoy segura de que hay muchos que aún no saben que existe esta forma de ayudar a unos chicos que necesitan de nosotros. Ojalá sean más los que se animen", dice Gabriela.
De pronto el perico que los acompaña en la sala se pone a cantar. Diego lo lleva al segundo piso, a su habitación, para seguir conversando. Hans y Gabriela se miran entre sí. Están un poco apenados porque muy pronto se irá de su casa. Pero es un sentimiento contradictorio. A la vez saben que volverá con su familia y que su mamá ha hecho lo posible por tener los papeles en regla y demostrar que puede hacerse cargo de él. Los fines de semana Diego ha ido a visitarlos y después regresa a contarles cómo son sus hermanos.
El caso de Miguel es distinto. Él todavía no se irá con sus padres biológicos y no siempre es sencillo saber cómo se siente al respecto. Es reservado y solo de cuando en cuando suelta alguna risa. "En un test psicológico le salió que debe dedicarse a una actividad intelectual. Es superinteligente y creo que a donde vaya le irá muy bien", dice orgullosa Gabriela. Por esa dedicación es que tanto él como Diego no han tenido reparos en llamarlos papás. Saben que pueden recurrir a esos padres voluntarios porque, al fin y al cabo, para eso es la familia.