6/7/14

Al maestro con cariño

¿Sabe a qué profesores recuerdan con cariño el poeta Marcos  Matos, Monseñor Luis Bambarén, el actor Javier Echevarria, la cantante Amanda Portales y otros conocidos personajes de la cultura, el arte y la televisión? En el siguiente post, usted escuchará sus testimonios.

La mayoría de ellos recuerda con nostalgia y agradecimiento a sus profesores de la escuela y el colegio. Dijeron que los marcaron en la forma de ver la sociedad, al elegir sus carreras, en su manera de actuar y tomar decisiones.

Estas revelaciones personales las hicieron en el programa radial Escuela Abierta de Derrama Magisterial que conducía Claudia Cisneros.

Monseñor Luis Bambarén

Poeta Marco Martos

Actor Javier Echevarría
 Cantante Amanda Portales
  Actriz Mónica Sánchez

Cantanta Elena Romero
Cronista Rafo León
Actor Angel Calvo (Nicolasa)

En cuanto a mí, debo decir que la maestra de mi vida fue doña Claudia Romero, mi madre. Ella enseñaba física- matemática en colegios del Estado, salió de su pueblo Acolla y se fue a Cerro de Pasco a estudiar Educación en la universidad, después vendría muchos años de estudios más: maestrías, cursos de especialización, computación, ingles…ella nunca paraba de estudiar.

A base de esfuerzo brindó educación superior a sus hijos, siempre decía “tengo un hijo abogado, otro ingeniero y mi hija es periodista”. A todos nos aconsejaba que no dejemos de estudiar, que los títulos son importantes para superarse y para conseguir buenos trabajos.

En los días de buena conversa, me miraba a los ojos y con especial énfasis me decía: “estudia, y trabaja mucho, no dependas económicamente de nadie, la vida da muchas vueltas y nosotras las mujeres debemos valernos por nosotras mismas siempre”. Y ahora estoy aquí, estudiando, trabajando y extrañándola. 

FELIZ DÍA DEL MAESTRO

5/5/13

Murió Javier Diez Canseco, líder de la izquierda peruana


Javier Diez Canseco murió víctima del cáncer a los 65 años



En la radio periodística CPN, solíamos programar debates sobre los temas coyunturales, siempre deseábamos brindar a los oyentes las diversas opiniones y puntos de vista. Entre los políticos que convocábamos, comprometidos con las causas sociales y solido discurso de izquierda, se encontraba Javier Diez Canseco. Siempre muy firme en sus ideas y también muy bien documentado.

Ayer, luego de una penosa enfermedad, falleció Javier Diez Canseco a los 65 años,  sin duda su partida será motivo de homenajes, e informes especiales.
Es importante señalar que su principal legado será el ejemplo de permanente trabajo y lucha por beneficiar a las personas más necesitadas.  El desafío que tiene ahora la izquierda peruana es seguir en esta tarea sin sucumbir ante el poder político y económico.

Javier Diez Canseco: Aquí, señor, no hay un pesetero, aquí hay una persona de principios
 La noche que el Congreso lo suspendió de sus funciones, el parlamentario ofreció sus últimas palabras en el hemiciclo.
El 16 de noviembre del 2012, Javier Diez Canseco fue suspendido por noventa días de sus funciones como congresista por, supuestamente, haber tratado de favorecer, con un proyecto de ley, a su hija y ex esposa.
Antes que se inicie la votación por la suspensión, el legislador expresó unas palabras, las últimas en el Congreso. “Han dinamitado mi casa, han ametrallado mi auto, han intentado secuestrar a mis hijos y aquí estoy”, señaló.
                    
“Si me quieren juzgar por haber presidido la comisión investigadora de los delitos económicos y financieros, que me sancionen, me voy contento. Si me quieren juzgar por haber mandado a tres miembros del directorio del Banco Central de Reserva a la cárcel por haber colocado dinero del Perú en el BCCI, me voy contento”, indicó.
“Si me quieren sancionar por el mal uso del dólar MUC y la denuncia contra cinco ministros y por meter preso a uno de ellos, me voy contento. Si me quieren denunciar por denunciar al señor Du Bois por 400 y picos de millones de dólares que costó el salvataje al Banco Latino, me voy contento”, añadió.
“Pero aquí, señor, no hay un pesetero, aquí hay una persona de principios”, finalizó, minutos después gran parte de los congresistas votó por su suspensión (tomado de larepublica.pe)

Velatorio y entierro
(Tomado de Peru21.pe) El Partido Socialista informó que el velatorio se llevará a cabo en la Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, ubicada en el Parque Universitario, a partir del 5 de mayo desde las 5 p.m., continuando durante todo el 6 de mayo.
“El día 7 de mayo a las 11 a.m. recibirá un homenaje en la Plaza Bolívar de parte de las organizaciones populares frente al Congreso de la República, donde impulsó y luchó por leyes a favor de las grandes mayorías y en defensa de los intereses del país”, señala el comunicado de la agrupación.
“El mismo día, a las 12:30 horas, se le rendirá homenaje del conjunto de las fuerzas políticas de izquierda, progresistas y democráticas en la sede del Partido Socialista, situado en Plaza Bolognesi 590, Breña, donde finalizará el recorrido y será trasladado junto a su familia para su sepelio definitivo”, agrega el pronunciamiento.
Julio Castro Gómez, médico y dirigente del Partido Socialista, aseguró que, por pedido de la familia, Diez Canseco no ingresará al Parlamento para recibir homenajes. Esto, al parecer, por la suspensión de 90 días que le impuso el Pleno por presentar un proyecto de ley que beneficiaba supuestamente a sus parientes.

26/1/13

Entretelones de la publicación de foto falsa de Chávez en el diario El País

En las clases de periodismo se enseña a los alumnos a verificar las noticias a difundir,  a cruzar información,  a no dejarse llevar por la emoción de publicar una primicia y correr el riesgo de propalar información  errónea.
La credibilidad es el mayor capital de un medio de comunicación y de los periodistas que ahí trabajan.
Esta semana el prestigioso diario español El País publicó una supuesta foto del convaleciente presidente de Venezuela, Hugo Chávez,  y posteriormente, al comprobar la falsedad de la foto, se vio obligado a retirar la edición impresa y digital. Esto hecho le significó un gasto  de más de 200 mil euros, pero sobre todo ser el blanco de críticas y burlas.
¿Cómo llego la foto a la redacción?, ¿cuánto pagó el diario por esa imagen falsa? y ¿quiénes tomaron la decisión de publicarla y, luego, retirarla? Todos los entretelones de esta historia se narran en una crónica publicada en el mismo diario bajo el título de “Relato de un error de El País”, que a continuación reproducimos.



Relato de un error de El País

EL PAÍS cometió el pasado jueves uno de los mayores errores de su historia. Ese día, el periódico difundió una fotografía falsa aportada por la agencia Gtres Online en la que supuestamente aparecía intubado el presidente venezolano, Hugo Chávez. Pese a las dudas que les surgieron sobre las circunstancias que rodeaban esa imagen, los responsables del diario decidieron difundirla. Esas dudas no resueltas quedaron reflejadas incluso en el breve texto que acompañaba la fotografía, en el que se indicaba que “EL PAÍS no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”. El director de la publicación, Javier Moreno, es el primero en asumir que fue una equivocación: “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”. Como Moreno, toda la cadena en la toma de decisiones asume la gravedad de lo ocurrido y pide disculpas. En cuanto tuvo conocimiento del error, la dirección del periódico ordenó recoger todos los ejemplares distribuidos hasta ese momento y, a la vez, retirar de la web la falsa fotografía. El coste de la reimpresión del diario y la nueva reimpresión supuso un coste adicional de unos 225.000 euros. El error tuvo una gran repercusión en las redes sociales y originó también la protesta del Gobierno venezolano. Nada más regresar de Davos, donde se encontraba, Javier Moreno analizó los hechos con el Comité de Dirección y el Comité Profesional, anunció cambios para mejorar el método en la toma de decisiones y encargó un relato a dos reconocidos periodistas del diario. Este es el resultado de ese trabajo periodístico.

“¿Puedes hablar? Es urgente”. A las dos de la tarde del miércoles 23 de enero, Javier Moreno, director de EL PAÍS, observa en la pantalla del teléfono que tiene dos llamadas perdidas del director adjunto, Vicente Jiménez. Moreno está en Davos (Suiza) asistiendo al Foro Económico Mundial en el que se reúnen las élites sociales y económicas del planeta. Le extraña que desde la redacción en Madrid se comuniquen con él mediante Facetime, aplicación para hablar por videoconferencia.
—Javier tenemos una foto de una persona que parece Hugo Chávez en una sala de operaciones. La ofrece una agencia y estamos haciendo gestiones para conseguirla porque primero se la han ofrecido a El Mundo.
—¿Qué sabemos de la fotografía?
—La agencia dice que la ha sacado una enfermera en Cuba y que se la ha enviado a su hermana a España. 

Esta la ha ofrecido a una colaboradora de la agencia.
—¿No podemos tener más información?
—Luis Magán [jefe de fotografía] va a comer con el comercial de la agencia y lo va a intentar.

La foto está haciendo su entrada en el periódico. Es la foto que protagoniza uno de los mayores errores de la historia del diario EL PAÍS. Esta es la narración de cómo una imagen falsa acabó en la portada, reconstruida a través de conversaciones con los que intervinieron en el proceso.

Las llamadas perdidas de Jiménez son para enseñarle la foto al director. Pregunta si se la puede enviar a Davos, pero el comercial de la agencia, Manuel Montero, rechaza su difusión. Facetime es la solución más rápida para mostrarla a distancia.

El director adjunto se comunica de nuevo con Moreno y le enseña la instantánea. “Me mostraron la fotografía montada sobre una cartulina blanca. Pedían 30.000 euros y respondí que no. Me parecía la típica subasta entre periódicos”, recuerda Moreno, que sugiere ofrecer 10.000.

Cuando el director ve la fotografía le asaltan dudas de que sea un montaje y pide que se verifique. Minutos más tarde envía un SMS a Jiménez: “Estamos seguros de que es Chávez, ¿no? ¿No alguien que se le parece en un montaje hecho en Lima, por ejemplo?”. Jiménez responde: “Creo que no, pero, claro, es una foto que llega por un cauce irregular”.

La foto falsa llega a EL PAÍS a través de la agencia Gtres Online. El miércoles 23 de enero, a las 11.00, Luis Magán queda en una cafetería con el director comercial de esta agencia que provee a EL PAIS desde 2009 con fotos, sobre todo, para las secciones de Gente y Cultura. Montero anuncia que tiene una foto de Hugo Chávez hospitalizado. Y que se la han ofrecido antes al diario El Mundo, pero la operación aún no está cerrada.

Sobre las 13.30, Montero se acerca a un bar próximo a Miguel Yuste, 40, la sede del diario EL PAÍS, con una carpeta blanca con el logo de la agencia. En su interior, dos reproducciones en papel de la misma imagen. Magán las ve por primera vez: “La veo y creo que es Chávez. Lo único que pongo en duda es la fecha en que se haya hecho la foto”, recuerda.

El jefe de fotografía pide explicaciones y Montero ofrece su relato. Cuenta que la foto ha sido realizada hace siete días. Que ha llegado a la agencia a través de una colaboradora de plena confianza.

Magán sube con la foto al despacho del director adjunto, Vicente Jiménez.

—¿Esta agencia será de fiar, no?, le pregunta Jiménez, en referencia a la agencia.

—A mí me parece que es Chávez, le responde Magán, en alusión a la foto.

A lo largo de la tarde del miércoles 23, por el despacho de Vicente Jiménez pasan, entre otros, Luis Magán y tres subdirectores: Jan Martínez Ahrens, Goyo Rodríguez y José Manuel Romero. “En esos momentos estamos manejando la sensación de tener una exclusiva mundial”, relata Magán. Hay dudas sobre la fecha y la autenticidad de la foto. “Pero nadie pone en duda que sea Chávez”, relata el jefe de fotografía.

Es fundamental despejar incógnitas. El subdirector Jan Martínez Ahrens es el encargado de hacerlo. Se reúne en su despacho, después de la hora del almuerzo, con el comercial de Gtres Online y le interroga sobre la procedencia de la foto. “El relato es francamente flojo, vago y difuso”, cuenta Martínez Ahrens. Sobre las 17.30 pide hablar con el director de la agencia, Carlos Van Eyck, y le somete a un tercer grado telefónico. Van Eyck asegura que creen que la foto es verdadera y dice que confían en la persona que la ha traído a la agencia. No da la identidad del contacto en España, ni la de quién ha tomado la foto con el objetivo de proteger al filtrador.

“¿Te la han podido colar?”, pregunta Martínez Ahrens.

“Me la han podido colar”, responde Van Eyck, quien en otros momentos, en cambio, insiste en la fiabilidad de su fuente.

Martínez Ahrens traslada esta información a Vicente Jiménez.

La agencia y su representante insisten una y otra vez en que la fuente de la que han recibido la fotografía es fiable y que confían en su colaboradora. En paralelo continúa la negociación económica. El representante de Gtres Online pide tiempo para hablar con la intermediaria.

Hacia las ocho de la tarde, Jiménez recibe la información de que la negociación ha prosperado y que la fotografía va a ser adquirida. “Cuando pactamos el precio [15.000 euros] decidimos publicarla”, recuerda el director adjunto. “Nos dicen que no quieren que se firme la fotografía porque podría poner en peligro a la persona que la hizo. Nos pareció razonable y creímos que era una salvaguarda de protección y no debilidad de la fuente. Era una enfermera que se estaba jugando la vida. Está claro que nos equivocamos”.

¿Por qué se tomó la decisión de publicar la foto si la agencia Gtres Online no había respondido a todas las dudas que se le plantearon esa tarde? “Consideramos que la fotografía era buena y seguimos de forma natural”, explica el director adjunto. “No se votó ni nadie planteó su oposición. Nadie me trasmitió dudas serias sobre la conveniencia de no publicarla o sobre su autenticidad, salvo un subdirector, que dudaba si debíamos publicar la imagen de un enfermo, pero estábamos de acuerdo en que era una noticia relevante porque el Gobierno venezolano no informa sobre la salud de su presidente. Hicimos una cesión de confianza a la agencia a pesar de que había puntos que no se podían comprobar”, reconoce Jiménez. “Hicimos mal nuestro trabajo”.

Magán, que recibió la oferta y negoció la compra, lo recuerda así: “Fue una decisión colectiva. Llega un momento en que tenemos que arriesgarnos o no”. Hugo Chávez no aparece en público desde el pasado mes de diciembre ni acudió a la toma de su posesión en Caracas al permanecer convaleciente en La Habana. Su dolencia está rodeada de secretismo.

Desde Davos, el director de EL PAÍS insiste durante la tarde en que se verifique la autenticidad de la fotografía. Se ha encontrado con Moisés Naim, analista venezolano y columnista del periódico al que le cuenta que se está trabajando en la historia. “En un momento dado me trasladan la convicción de que la agencia lo ha verificado, que la historia es buena, que vamos adelante. No me dijeron que había muchas dudas porque si hubiera sido así lo habría parado, pero como había incógnitas sin resolver le pedí a Vicente que en el texto se añadieran, como información adicional, las preguntas a las que no habíamos podido responder. No como cautela sino como información complementaria. Creí que lo más honesto era reconocerlo”.

Moreno asume que fue un error publicar la foto y acompañarla de un texto que dice que no se confía en la instantánea. “Ese es el error central de la historia. Creíamos tener verificada una fotografía que no habíamos verificado”.

La apostilla dictada por Moreno y que se incluye en el pie de la imagen falsa dice: “EL PAÍS no ha podido verificar de forma independiente las circunstancias en que fue tomada la imagen, ni el momento preciso ni el lugar. Las particularidades políticas de Cuba y las restricciones informativas que impone el régimen lo han hecho imposible”.

El director asume que dejar en manos de una agencia las verificaciones que debería haber hecho el periódico es un error grave. La precipitación fue el otro. Y reconoce que el hecho de que la información fuera compartida por un número reducido de mandos multiplicó el riesgo.

A partir de las 21 horas se comienza a editar la imagen para la edición impresa. La fotografía falsa pasa por más manos: diseño, fotografía, internacional y se vuelca en el sistema de edición Hermes por lo que numerosos redactores ya la pueden observar en pantalla. Media hora antes, el director adjunto y los subdirectores muestran la imagen a Guillermo Altares, redactor jefe de Internacional. “¿Esto es lo que creo que es? ¿Estáis seguros al cien por cien?”, pregunta el periodista a sus jefes. “Estaban muy seguros de lo que tenían”, recuerda. Altares propone hablar con el colaborador en Caracas, Ewald Scharfenberg, pero se decide no comunicarle la noticia por temor a que a través de la conversación telefónica se filtre la exclusiva. “Tengo plena confianza en Ewald pero no en las comunicaciones venezolanas”, apostilla el redactor jefe.

Martínez Arhens, subdirector, telefonea al colaborador en Caracas y le advierte de que el periódico va a publicar una información sensible para prevenirle. “Me dijo que era un asunto delicado y que estuviera atento a la reacción del Gobierno”, señala Scharfenberg. El periódico no le informó de que iba a publicar una supuesta foto de Hugo Chávez.

A esa misma hora, Mokhtar Atitar, 31 años, editor gráfico de la web, ve la fotografía y le asaltan las dudas. Deja su asiento en la mesa digital en forma de media luna situada en el centro de la redacción y se dirige a la mesa de Magán. Le expresa sus reticencias, no tiene claro que la imagen sea buena. Después regresa a su puesto y se pone a buscar en Google para ver si hay en la red alguna imagen parecida. “No encontré nada pese a que hice varias búsquedas de imágenes. Lo hice por iniciativa propia”, explica. Atitar busca fotos, pero la imagen, en realidad, procede de un vídeo.

En Davos, sobre las 23 horas, Naim coincide de nuevo con Moreno.

—Javier, ¿cómo va la historia?

—Vamos a dar la foto.

—¿Puedo tuitear la noticia?

—Pero no digas que es Chávez.

Naim tuitea: “Prepárense para una extraordinaria foto exclusiva en la web de El PAÍS en breve”. Poco después, Moreno lo retuitea.

Ewald Scharfenberg, el colaborador en Caracas, ve el tuit de Naim y escribe a Altares para preguntarle si sabe de qué va la cosa. “Me responde: no te puedo decir nada sorry [lo siento]”. La supuesta exclusiva se ha manejado con la máxima discreción para evitar filtraciones. Más tarde, Scharfenberg le envía otro mensaje en el que le advierte sobre una fotografía vieja que ese mismo día circula, una instantánea de Chávez con su padre y hermano.

Son las tres de la madrugada en Madrid, las ocho en México D.F y Bernardo Marín llega a la redacción digital que EL PAÍS tiene en la capital mexicana. Los ejemplares de la edición impresa con la foto falsa en portada ya están llegando a esas horas a distintos puntos de Latinoamérica, sobre todo a Argentina. Y ya hay gente tuiteando que EL PAÍS lleva a Chávez intubado en portada. Marín llama a Jiménez y le dice que considera que hay que adelantar la publicación, dado que en las redes ya se empieza a hablar de ello.

Las cuatro personas que están en ese momento en la redacción de México, responsables de la web del periódico durante la noche, empiezan a preparar la pieza informativa digital. Por centrarse en la preparación del despliegue, pierden de vista por cinco minutos la conversación de Twitter, donde algunos empiezan a hablar de que la foto puede ser falsa.

A las 3.52, Bernardo Marín aprieta el botón de publicar. La supuesta gran exclusiva mundial se empieza a difundir en las redes sociales, Twitter y Facebook. A las 3.54 mira su cuenta de Twitter para ver qué repercusión está teniendo la noticia. Ve que hay tuits que ponen en cuestión la autenticidad de la foto. “Cuando es la dirección del periódico la que ha dado por buena una información, ni se te ocurre pensar que puede ser un error”, explica por teléfono desde México. Inés Santaeulalia, una de las redactoras en ese país, llama por teléfono y alerta de que hay mucha gente tuiteando que esa foto es falsa. La cuenta de Twiter de Moisés Naim recibe insultos : “Hubo una explosión de agresiones por parte de seguidores de Chávez. Algunos incluso dicen que yo tuve un rol en todo esto”, explica el escritor.

Marín comprueba que la foto ha sido extraída de un vídeo que está circulando por la red. Se trata de una captura. Aparece un paciente acromegálico en una mesa de operaciones. La imagen data de 2008. La noche anterior, de hecho, la televisión pública venezolana ha denunciado que ese vídeo esta circulando, que es falso, y que no es Chávez.

Marín llama a Vicente Jiménez y le manda una captura de pantalla del vídeo. Son las cuatro de la madrugada.

A las 4.08 Javier Moreno recibe la llamada del director adjunto. Se encuentra descansando en la habitación de su hotel a las afueras de Davos. La conversación dura cuatro minutos y Moreno ordena que los responsables de la web retiren la fotografía de la portada y que se paralice la distribución de la edición de papel para evitar que llegue a los quioscos. “Tomé la decisión al instante, sin pensar lo que iba a costar y sin consultar a nadie”, recuerda el director. Desde ese instante, y hasta las 8.12 horas, Moreno hace 26 llamadas y decide reimprimir EL PAÍS para volver a colocarlo en los puntos de venta.

A las 4.10, Jiménez llama al responsable de distribución e impresión de Pressprint, Juan Manuel Albelda. Le dice que es preciso retirar toda la tirada. Albelda le informa de que hay rutas que están distribuidas y entregadas. No se consigue frenar la distribución de ejemplares destinados a las líneas aéreas, ferrocarriles, hoteles y suscriptores. En España, 4.100 ejemplares llegan a los lectores con la foto falsa. “De llegar la orden media hora más tarde, hubiera sido dramático”, confiesa Albelda.

Se consigue paralizar el 93% de la tirada. Pero en Argentina solo se recupera un 30% y 8.050 ejemplares llegan a los quioscos. En la República Dominicana se recupera un 10%: 5.670 ejemplares con la foto falsa llegan a destino.

En total son 22.635 los ejemplares con la foto falsa que se distribuyen. Se vuelve a imprimir una nueva edición. El coste de la reimpresión del diario ronda los 125.000 euros. La nueva distribución que hay que poner en marcha supone otros 100.000 euros.

“Me pareció increíble que, algo que para cualquier venezolano era un timo, fuera en la portada de EL PAÍS”, remata Scharfenberg, colaborador en Caracas.

La reacción del Gobierno venezolano es inmediata. El chavismo acusa a EL PAÍS de participar en un complot contra la oposición. “Nadie cree que la foto es algo casual, los lacayos internos tienen su réplica en el extranjero”, escribe en su cuenta de Twiter el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. “Cada vez que alguien en el mundo, llámese EL PAÍS, Bosé, Juanes, Willie Colón, Cochez o Uribe, ataca a la patria, la oposición lo hace su héroe”, dice en otro mensaje reproducido por medios oficiales.

El Gobierno de Hugo Chávez anuncia que emprenderá acciones legales y su embajada en Madrid acusa al diario de “despreciar” a los venezolanos. “La publicación de esta fotografía grotesca no es más que la confirmación de la campaña sistemática que ese periódico y otros más mantienen aprovechándose de manera atroz de la situación de salud por la que pasa el comandante Chávez”, espeta Ernesto Villegas, ministro de Información. Desde Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner escribe en su cuenta de Twitter: “En la portada de EL PAÍS vi una foto. Me corrijo, eso no es una foto, es una canallada”.

Al día siguiente de la publicación, descubierta ya la estafa, una reunión en Miguel Yuste con los responsables de Gtres Online permite comprobar que la primera versión que dieron no es correcta.

Carlos Van Eyck, director de la agencia, explica que en la misma mañana en que se descubrió la falsedad, su colaboradora llamó a la persona que le facilitó la fotografía y que esta cambió su versión.

El nuevo relato hace que la pista de la foto se difumine aún más. La supuesta intermediaria en España es una venezolana que ha recibido una foto enviada por su hermana, vía Whatsapp, desde Venezuela. Esta última, a su vez, es la que habría recibido la imagen supuestamente procedente de Cuba. Pero, no. La foto era falsa.



6/1/13

Acogimiento Familiar


En el Perú, según la Dirección General de Niñas, Niños y Adolescentes del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), hay 10,400 niños, niñas y adolescentes que viven en centros, hogares, albergues, aldeas o casas hogar, pertenecientes a instituciones particulares y del Estado.Estos niños no viven con sus familias por diversos motivos: maltrato psicológico,  físico,  sexual o abandono.

Estos menores de edad tienen derecho a vivir en familia, pero como la suya no es la adecuada por el momento, tienen la posibilidad de ser acogidos, cuidados, protegidos  por otras familias. Esta posibilidad se llama Acogimiento familiar.

En el Perú, el Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF) promueve el acogimiento familiar, tiene profesionales dedicados a posibilitar ello, evalúan a las familias y les brindan la asistencia necesaria para que se hagan cargo del cuidado temporal de los menores. 
No es una adopción, tanto las familias como los niños, saben que es una convivencia temporal.

A continuación presentamos el vídeo de la campaña "Por su derecho a vivir en familia" , en el cual participaron los  actores Elena Romero, Javier Echavarria y Natalia Parodi.

Puede contactar con INABIF llamando al teléfono  614 4575, o escribir al email: familiasacogedoras@inabif.gob.pe




El diario La República ha publicado sobre este tema un excelente reportaje que reproducimos:




Bienvenidos a nuestro hogar

En el Perú, hay 20 familias que han abierto sus casas a niños, niñas y adolescentes cuyos progenitores, por el momento, no pueden hacerse cargo de ellos. Los educan y cuidan como a sus hijos hasta el día que puedan regresar con sus padres biológicos.
Texto: María Isabel Gonzales
Adriana llegó a casa de los Solano Rincón con la confianza de quien siempre ha vivido allí. Menudita, con 14 kilos, ojos grandes y pestañas rizadas y aspecto inofensivo, la niña de cinco años ha conquistado a todos los miembros de la familia. Hasta finales de agosto vivía en una aldea infantil, un hogar o centro comunitario para los niños que están bajo tutela del Estado. Su madre biológica falleció cuando ella tenía algunos días de nacida y el padre aún no puede hacerse cargo de ella. Por eso es que, enterados del caso, los esposos Nesías Rincón Fidel Solano tuvieron una larga charla con sus tres hijos: Juan de Dios, Lucero y Aracely. Discutieron la posibilidad de darle un hogar junto a ellos en Huaycán, en donde viven. Todos tendrían que hacer cambios en sus rutinas y poner la mano en la crianza de la niña. No era una decisión sencilla, así que se tomaron su tiempo para pensarlo.
Cuando estuvieron de acuerdo tocaron las puertas del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif), a cargo del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables(MIMP). Allí les explicaron la modalidad de acogimiento familiar para una menor de edad como Adriana. Les advirtieron que no se trataba de una adopción sino de una medida bajo la que cualquier peruano, casado o soltero entre 25 y 60 años de edad, puede solicitar convertirse en una familia temporal. Inabif les hizo algunas evaluaciones y el resto consistió –y sigue consistiendo– en varias cuotas de compromiso y disposición para llevar adelante el programa.
La idea es que los niños y niñas no pierdan el contacto con sus padres biológicos. Se les hace un seguimiento hasta que haya señales de que es tiempo de reunirlos. El objetivo es que vivan en un ambiente distinto al de una institución donde no siempre es posible darles unaatención personalizada.
A Nesías, una andahuaylina que como muchas otras mujeres llegó a Huaycán en la búsqueda de un terreno propio, le daba miedo encariñarse. Pero Fidel, el jaujino que toca el saxofón y que ha sido profesor de música, albañil, panadero y hasta mecánico, la tranquilizó con sus palabras. "A los hijos los criamos como si nos pertenecieran. Pero ellos son los dueños de sus vidas y algún día se irán. Somos como el arquero que lanza sus flechas y que luego las busca desesperado porque las quiere recuperar. Pero las flechas van libres hacia su destino”, le dijo. Y con esa consigna siguen hasta hoy.
Sentados en la sala de su casa, Fidel y Nesías ven jugar a Adriana con Lucero y Aracely. Adriana hace de cajera y con su pequeña máquina registradora revisa los productos que sus clientas están por llevarse. "Cuando llegó era tranquilita. Ahora ya agarró confianza y es una lora", cuenta Fidel. Nesías afirma con la cabeza. Se levanta del sillón y coge un retrato de un estante. Dice que es Adriana cuando era una bebé, y lo muestra con orgullo. Sobre su imagen está escrito: "Haz del mundo un lugar mejor". Para ellos lo más importante de ahora en adelante es encaminarla y darle la seguridad que un hogar consolidado puede dar. "Queremos que sienta que no está sola. Que puede recurrir a nosotros cuando quiera y que no tratamos de ocupar el lugar de sus padres. Al contrario, quisiéramos que sienta que tiene una gran familia", asegura Nesías mientras vuelve a dejar el retrato en su lugar.
Ambos esposos coinciden en que uno de los temas más difíciles de abordar es el de los padres biológicos. Sin embargo, la pequeña lo resolvió antes de que le tocaran el asunto. Hace unos días llegó a casa una sobrina de la pareja para jugar con Adriana. Mientras sacaban las muñecas empezó una conversación que a Nesías le puso los pelos de punta. "Adriana, yo nací de la panza de mi mamá, y tú ¿de dónde naciste?", preguntó la niña. Adriana respondió: "Yo también nací de la panza de mi mamá. Ella está en el cielo. Pero yo tengo tres mamás: la que está en el cielo, otra en la aldea y una mamá acá". Cuando la niña terminó la frase, Nesías corrió para abrazarla. La apretó muy fuerte mientras Adriana la miraba sorprendida. "Los niños hacen las cosas más sencillas. Somos los adultos los que nos complicamos", dice Nesías. 
DOS ADOLESCENTES
Por las mañanas, Diego practica los pasos de Michael Jackson con la canción 'Smooth Criminal'. En la pantalla del televisor la imagen de la estrella del pop se detiene en cada pausa que Diego hace para memorizar sus coreografías. Este chico de 13 años se toma muy en serio sus ensayos para una actuación en el colegio. Miguel lo mira desde el comedor. Él tiene 14 años y está buscando en el diccionario algunos significados para la tarea. Ambos viven desde hace tres años en la casa de Gabriela González y Hans Staub, una pareja de esposos que también es parte de las familias de acogida del Inabif. Gabriela tenía una amiga que le contó las historias de los niños que necesitaban de un hogar temporal, se interesó e hizo su solicitud. Le preguntaron si podría cuidar a dos chicos de 10 y 11 años. Ella y Hans estuvieron de acuerdo. Así es que desde el 2009 Miguel y Diego se mudaron con ellos a Chorrillos.
Al inicio no fue sencillo. Había que repartir las tareas de la casa porque Gabriela debe ir a la Universidad César Vallejo a dar clases en la facultad de enfermería. Su objetivo era ayudarlos a subir sus notas en el colegio y estimularlos haciendo deporte. Primero fue la natación y luego el tenis. Gabriela recuerda que ya había olvidado lo que era criar a un niño que está por entrar en la adolescencia. Ella tuvo dos hijos en su primer matrimonio pero por estos días ellos ya tienen más de 25 años. "A veces les preguntaba algo y no me respondían", recuerda. Pero con las conversaciones a diario y su voluntad de pedagoga ahora los chicos saben que pueden contar con ella. "Diego es uno de los mejores de su clase. Ha mejorado muchísimo sus notas. Y a Miguel le encanta leer, siempre anda en la biblioteca", dice.
Mientras Gabriela habla de sus experiencias al lado de Diego y Miguel, Hans la escucha. Él es suizo y conoció a su esposa hace quince años. Vivieron en Suiza durante algún tiempo y luego decidieron volver al Perú. Cuenta que lo más importante es transmitir a los muchachos experiencias de vida para que tengan alguna referencia más adelante. En su país también existen las familias de acogida pero en Perú no lo había visto como algo muy extendido. Y tiene razón: recién desde el 2007 el Mimdes, la Fundación Buckner y el Inabif firmaron un convenio para poner en marcha una campaña de acogimiento familiar. "En el Perú somos 30 millones de peruanos; estoy segura de que hay muchos que aún no saben que existe esta forma de ayudar a unos chicos que necesitan de nosotros. Ojalá sean más los que se animen", dice Gabriela.
De pronto el perico que los acompaña en la sala se pone a cantar. Diego lo lleva al segundo piso, a su habitación, para seguir conversando. Hans y Gabriela se miran entre sí. Están un poco apenados porque muy pronto se irá de su casa. Pero es un sentimiento contradictorio. A la vez saben que volverá con su familia y que su mamá ha hecho lo posible por tener los papeles en regla y demostrar que puede hacerse cargo de él. Los fines de semana Diego ha ido a visitarlos y después regresa a contarles cómo son sus hermanos.
El caso de Miguel es distinto. Él todavía no se irá con sus padres biológicos y no siempre es sencillo saber cómo se siente al respecto. Es reservado y solo de cuando en cuando suelta alguna risa. "En un test psicológico le salió que debe dedicarse a una actividad intelectual. Es superinteligente y creo que a donde vaya le irá muy bien", dice orgullosa Gabriela. Por esa dedicación es que tanto él como Diego no han tenido reparos en llamarlos papás. Saben que pueden recurrir a esos padres voluntarios porque, al fin y al cabo, para eso es la familia.

12/11/12

El general Jaime Salinas y el 13 de noviembre de 1992

El periodista Pedro Salinas recuerda en su columna “13-N: Veinte años después. Un testimonio de parte” el intento de insurrección del general Jaime Salinas Sedó el 13 de noviembre del año 1992.
Pedro, quien entonces colaboraba con el diario Expreso y conducía un programa político en Antena Uno radio, relata su participación en la búsqueda de entrevistas exclusivas, las mismas que fueron posibles gracias a su parentesco con el general Jaime Salinas Sedó.
Reproducimos la columna publicada en el blog La voz a ti debida
Tomada de la mula.pe.- Fue así. Me enteré en la misma mañana, muy temprano, en un hotel sanisidrino, frente al parque Roosevelt, donde se estaba realizando un foro sobre democracia y no sé qué, que organizaba la Comisión Andina de Juristas, que presidía Diego García Sayán.
Ahí, a un lado de la recepción del hotel, durante el primer café del día que me tomaba con Laura Puertas, una de las periodistas de pecho insolente que asistía al evento, y pocos minutos antes de ingresar al auditorio, se nos acercó un acelerado y eléctrico Pedro Planas para comentarnos lo que había ocurrido.
- ¿Ya se enteraron? -preguntó.
- ¿De qué? -replicamos Laura y yo, a coro, en plan dúo Pimpinela.
- Hombre, pero si se trata de tu tío -dijo Pedro mirándome con sus ojos grandotes y manteniendo la intriga.
- De qué tío me hablas, oye, habla claro -dije cortante como para que vomitara la noticia de una vez por todas. Pero así era mi tocayo. Le gustaba jugar al misterio.
- Ya, pues, desembucha -añadió Laura.
- ¿Jaime Salinas Sedó no es tu tío? -siguió Planas.
- ¿Qué pasa con él? -dije.
- ¿De verdad no lo saben? –interrogó, rozando ya la antipatía.
- Ya, carajo, no seas pesado -dijo Laura.
- Ayer en la noche han arrestado al general Jaime Salinas Sedó y a un grupo de oficiales que iban a contragolpear a Fujimori -soltó por fin Pedro con una entonación dramática, al estilo Orson Wells. Y Laura y yo nos quedamos fríos, lelos, turulatos. Groguis.
“¿Qué, quiénes, cómo, cuándo, cuántos?”, soltamos en un tris y como ráfagas todas las interrogantes que se suelen hacer cuando estamos ante una noticia importante. Y se las soltamos así, de sopetón, como quien recita un poema de Vallejo con la vejiga hinchada y a punto de explotar.
En realidad faltaba una: “¿Por qué?”. Pero esa era innecesaria. Desde el día 5 de abril de ese año, 1992, se vivía bajo un poder usurpador, de facto, que pretendía legitimarse con unos comicios que iban a realizarse en escasas semanas. Ergo, la razón de la rebelión estaba justificada y hasta contemplada en la Constitución de entonces, que era la de 1979.
Pero a lo que iba. De ahí, con la poca información que nos proporcionó Pedro -quien había sido dateado, a su vez, por Paco Igartua, director de la revista Oiga, y quien a su vez tenía la noticia de primera mano porque Jaime Salinas, después de su captura, logró llamar a Oiga para advertir sobre lo sucedido-, de ahí, decía, salimos Laura y yo a hacer algunas llamadas, a telefonear a diversos contactos que podrían tener algo más de información. Planas también hizo lo mismo, y llamó a Oiga para saber si había novedades.
Jamás, como adivinarán, llegamos a entrar al foro de la Comisión Andina de Juristas. Jamás. Nos quedamos en el lobby del hotel, llamando desde los celulares a periodistas amigos, a fuentes militares, a nuestros respectivos medios (yo colaboraba entonces con Expreso y conducía un programa de radio en Antena Uno, junto a César Lévano) para que Danitza Palomino, nuestra productora en la emisora, vaya convocando a analistas y políticos para hablar sobre el tema.
Fue una mañana histérica. Literalmente, de locos. Casi, casi de manicomio. Beto Ortiz, quien trabajaba en aquella época en Caretas, me llamó esa misma tarde para verificar el dato de mi parentesco con el general rebelde y me pidió fotografías para publicarlas en la portada de la revista. Es en ese momento, creo, en el que doy un paso delante de la mera curiosidad periodística y me termino involucrando en una causa que va a durar como tres años y medio.
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Jaime Salinas Sedó no era mi tío, como creía Pedro. Era mi primo hermano. Y lo era pese a la diferencia cronológica, porque, vamos, si me apuran, Jaime era un poco menor que mi papá. En fin. El caso es que a Jaime apenas lo había visto, si mal no recuerdo, unas tres veces en mi vida. En el matrimonio de su hija, en el entierro de su madre (mi tía Pilar), y en el casamiento de otro pariente común.
Así las cosas, cuando Beto me traslada su encargo, le respondo: “déjame ver qué puedo hacer”. Y así, sin pensarlo dos veces, enrumbo hacia la casa del padre del general Jaime Salinas Sedó. A la casa de tío Cholo, o sea, el hermano de mi papá. Tío Cholo era un coronel retirado del Ejército, ex director del colegio Leoncio Prado, correctísimo, altísimo, de unos ojos azules enormes, y de impecables modales, a quien encontré muy abatido. Demasiado. Me partió el alma verle así, la verdad.
Como sea. Estaban todos sus hijos reunidos en la casa, en un ambiente de velorio. Y no exagero. Silvia, una de las hermanas de Jaime, me recibe, cariñosa como es ella, y me ofrece una cocacola. Coco, el hermano mayor de los Salinas Sedó, un tipo extraordinario y entrañable, almirante retirado, me cuenta lo poco que sabe, aunque presumí que sabía un poco más de lo que me estaba contando. Pero bueno. A él le hablo del interés de Caretas. Entonces, con sigilo, me lleva a una sala donde tío Cholo guardaba sus álbumes familiares.
Pilar, la hija de Jaime, quien luego jugó un rol fundamental en la lucha por los derechos de su padre, me ayudó a escoger las fotos. Tomé varias. Bastantes, en realidad. Particularmente me detuve en una en la que Jaime aparecía retratado vistiendo un traje de comando y emergiendo de un tanque con actitud combativa.
- ¿Las devolverán? -preguntó Pili, desconfiada.
- Sí, claro –respondí mintiendo, porque conociendo a la colegada, sabía que aquella posibilidad era, digamos, improbable. Las fotos se suelen perder en el zafarrancho de combate de las redacciones. Es así de simple. Pero claro. No le digo nada de esto a Pilar para no acongojarla más y ahorrarle una angustia adicional. En fin. La cosa es que metemos las fotografías en un sobre manila, y, discretamente, me despedí de todos y me fui a buscar a Beto para entregárselas personalmente, rogándole encarecidamente que no las pierda, por favor, porque mi tío -tío Cholo, o sea- el coronel, el padre del general, apreciaba mucho, muchísimo, sus fotos, sus recuerdos, sus nostalgias.
- No te preocupes, así se lo voy a decir a Ampuero (el editor de Caretas) -dijo Beto, y yo, nada, cumplido el deber, me retiré a descansar.
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En la misma noche de ese largo y extenuante día, y de improviso, Fujimori apareció en la televisión y contó una fábula de aquellas. Narró con dramatismo que lo quisieron asesinar con un fusil, en plan JFK en Dallas. Igualito. Pero que gracias a su eficaz Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) pudo salvar la vida y meter presos a los oficiales insurgentes. Después fue que todos los peruanos nos enteramos cómo pretendió huir, escondido en una maletera, hacia la embajada de Japón. Pero esa es otra historia.
El domingo inmediato, Alejandro Guerrero, en Panorama, el espectáculo bufo del fujimorismo rampante, relató la misma historia oficial pero con imágenes de la camioneta Cherokee que usó Jaime la noche en que lo capturaron, de las radios empleadas, de las casas donde se produjeron las reuniones conspirativas, del maletín donde Salinas Sedó guardaba sus tarjetas de crédito, y de una cantidad de elementos que habían sido incautados y estaban en manos de Montesinos y sus agentes del SIN, y a los que Guerrero había accedido, al parecer, con una facilidad inusitada, insistiendo una y otra vez con la cantinela –o, si quieren, con “el guión”- del “intento de magnicidio”, envenenando de esa manera a la opinión pública.
Y qué quieren que les diga. Pues toda la prensa -con excepción de Oiga, La República, Caretas, Antena Uno y Radio Red- se dedicó a reiterar la especie aquella del “intento de magnicidio” como un disco rayado. Mientras, del general Salinas Sedó y sus colegas y seguidores en dicha aventura, no se sabía nada.
Es recién al día siguiente, lunes, que lo primero que hago es tomar una grabadora con pilas nuevas, un casete, y dirigirme instintivamente al local de la DIFE (la Dirección de Fuerzas Especiales), en Chorrillos, donde tenían detenido a Salinas Sedó, porque entre los datos que nos proporcionó Planas aquella mañana de noviembre de 1992, nos dijo que el líder de la conspiración estaba confinado ahí, aislado, y que con las justas podían verlo sus familiares más cercanos. Desde ahí fue que habló por teléfono con Oiga, porque los despistados custodios lo confinaron en una habitación que tenía un teléfono que estaba operativo.
Supuse entonces que, sin decir que era periodista y mostrando únicamente mi DNI, podía tentar suerte en la DIFE para reunirme con él, arguyendo que era su hijo. Y así fue. Los guardias revisaron mi cédula de identidad, me vieron la cara para constatar que era el mismo de la foto, y uno de ellos le dijo a alguien a través de un walkie-talkie que el general Salinas estaba siendo visitado por su hijo, sin darme tiempo a soltarle la mentira porque el guardia, como ven, se adelantó a que se la dijera. Y yo, claro, tampoco hice ninguna precisión o corrección o atingencia sobre el particular. Y fue así como ingresé.
Uno de ellos me escoltó hasta la puerta que daba a la habitación donde se encontraba Jaime. Y una vez en el umbral, el guardia me dijo:
- Tiene una hora.
- Está bien, gracias -respondí. Y entré, mientras que el guardia, en posición marcial, se quedó vigilando en la puerta dándome la espalda.
Entonces, sin saber muy bien qué decir y con el poco tiempo que tenía, le solté:
- Hola, Jaime, soy Pedro Eduardo (en mi familia, qué les puedo decir, hay quienes me conocen así, por mis dos nombres, en plan novela venezolana), el hijo de Antonio, y he venido hasta acá para ver si me quieres conceder una entrevista para Expreso, para que cuentes lo que pasó, para que des tu versión de lo ocurrido.
La respuesta de Jaime no pudo desconcertarme más. Parecía más interesado en ponerse al día conmigo que en su tema personal. Tal cual.
- Hola, hombre, ¿cómo estás? ¿Cómo está tu papá? ¿Sigue en Venezuela? ¿Y tu mamá? ¿Y tus hermanos?
Y así. A su lado estaba su prima Rosita Sedó, que era abogada, y observaba con cierto recelo esta inesperada aparición –no tanto de un familiar, sino de un periodista-, hasta que ella también intervino en las remembranzas.
Y yo, que pensé encontrarme con un militarote de rostro adusto, con las manos trenzadas hacia atrás, dando vueltas sobre sí mismo, en círculos, hablando con gravedad, de súbito me quede en babia, y sentí como que estaba en un lonche familiar, o algo así, compartiendo anécdotas sobre asuntos triviales. Hasta que, claro, observé mi reloj y el tiempo corría sin concesiones, rápido. Muy rápido. Le expliqué entonces a Jaime, el conspirador, el motivo de la visita, y que, sorry, no tenía connotaciones familiares, sino más bien periodísticas. Quería -le volví a insistir- una entrevista para Expreso para que cuente su versión y, de paso, le expliqué del nuevo requerimiento de Caretas, ahora a través de Cecilia Valenzuela, quien quería también una entrevista para la revista.
Jaime accedió encantado a ambas cosas, aunque a Rosita no le causó mucha gracia que mi entrevista fuese para Expreso, un diario tímido y condescendiente en sus análisis respecto del gobierno, y que, todo hay que decirlo, le hacía guiños a Fujimori. El temor de Rosita, válido desde todo punto de vista, era que la entrevista pudiese ser editada en contra del general.
Jaime la tranquilizó, le dijo que confiaba en mí (lo cual, para ser sinceros, era un albur, un lance de dados, porque, efectivamente, un editor avieso y fujimorista podía haber hecho de las suyas) y me pidió que comenzara. Y yo, que tenía la grabadora oculta en los calzoncillos previendo una pesquisa en la entrada de la DIFE, tuve que darle la espalda a la suspicaz Rosita para sacar la incómoda grabadora de su escondite. Gajes del oficio, digamos. Y así empezó todo. Como jugando.
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Jaime me pidió después que hablara con Pilar, su hija, para que vea la manera de hacer entrar a Chichi Valenzuela para que le entreviste también (y Pilar, luego, hasta el día de hoy no sé cómo, lo consiguió). Y fue con esas dos entrevistas que la verdad de los militares díscolos empezó, poco a poco, a abrirse paso.
Los audios de ambas entrevistas los propalamos después por Antena Uno. Y poco después, el hijo del general José Soriano Morgan, a quien le decían Pepe, y era un intrépido y astuto marquetero, también se convirtió en una pieza clave para filtrar información hacia fuera, hacia los medios de comunicación.
Ese trabajo que, originalmente, iba a hacer Jaime Salinas López Torres, el hijo de Jaime –en caso el plan fracasara, como, de hecho, fracasó- terminamos haciéndolo, en la práctica -y durante todo el tiempo que duró el enclaustramiento, que supuso además el traspaso a varios penales-: Pepe Soriano y yo. Porque Jaimito, si me permiten llamarlo así a mi sobrino, quien había sido detenido el mismo viernes 13 de noviembre, en la factoría ubicada en la cuadra 44 de la avenida República de Panamá, donde se había producido el debelamiento de la conspiración, había sido acusado por la DINCOTE por delito de terrorismo.
Jaime Jr. pudo huir, más tarde, de su encierro, con una serie de artificios que apelaron a manifestaciones religiosas y alusiones milagrosas atribuidas al padre Urraca, y logró encontrar asilo en la embajada de Argentina, de donde solamente pudo salir en un auto diplomático con dirección hacia el aeropuerto, acompañado de su primo José Antonio Salinas Rojas. Pero esa también es otra historia.
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Resumiendo. Fue una lucha larga y penosa por obtener la libertad la que tuvieron que padecer y librar estos valientes hombres que fueron traicionados por un soplón, o quizá más de uno, pues así son las horas turbias de los iscariotes. Tres años y medio fue lo que duró el tormento.
Tres años y medio de maltratos, de actos canallescos, de vejámenes, de espionaje encendido a través de micrófonos ocultos, de olvidos ingratos por parte de la opinión pública y, por cierto, de la mayoría de los políticos. Aunque, déjenme añadir, hubo excepciones honrosas, de políticos consecuentes y solidarios, que nunca dejaron de visitarlos y de reclamar por su liberación, desde la tribuna de un escaño o desde la modestia de una columna periodística. Sin éxito, claro, porque en ese entonces la oposición a Fujimori, el autócrata del Perú por la gracia de Hermoza Ríos y Vladimiro Montesinos, era una minoría ínfima, casi ridícula.
Alberto Borea, quien luego se vio obligado a pedir asilo en Costa Rica, fue uno de esos pocos. Javier Valle Riestra, otro. Máximo San Román, igual. Alberto Andrade, ídem. Algunos apristas y alanistas, entre los que se contaban Luis Gonzáles Posada, Mercedes Cabanillas y María del Pilar Tello. Hombres de izquierda, como Gustavo Mohme Llona, Nicolás Lynch y Carlos Chipoco. Periodistas como Paco Igartua, Enrique Zileri, César Lévano, Gustavo Gorriti, César Hildebrandt, Iván García, Juan Carlos Tafur, Alberto Ku King, entre los principales. Y algunos pocos liberales, como Javier González-Olaechea, entre los que recuerdo, nunca los olvidaron. Aunque es probable que esté siendo injusto con muchos más. Pero así es la memoria, traicionera.
Otro de los civiles comprometidos con la democracia, que acompañó a estos soldados, fue mi amigo y recordado Pedro Planas, el periodista de palabra tallada, con chispazos geniales e intemperancia vital, quien llegó incluso a bosquejar la estructura de un libro sobre el tema. Los insurgentes. Toda la verdad. Así se iba a llamar la publicación, les cuento. Sin embargo, Planas, que era un águila para estas cosas, no llegó a materializarlo, como tantos otros proyectos suyos.
Alguien con rigor de historiador lo escribirá más adelante, supongo, porque gestas como la que les resumo deben recordarse y reivindicarse siempre, como pretende hacerlo este somero y superficial relato a manera de evocación, cuando van a cumplirse veinte años del intento de contragolpe.
Porque al fujimorismo golpista, vamos, ahora lo condena todo el mundo, pero lo difícil era hacerlo entonces, cuando el autócrata estaba bien arrellanado y entornillado y empernado en el poder, con las instituciones sometidas, y cuando tenía al país metido en un puño.
Pregúntenle si no al general Jaime Salinas Sedó y a sus corajudos amigos. Así que, con estas líneas vaya mi gratitud y reconocimiento como peruano, una vez más, a todos los oficiales que participaron de aquella épica conspiración -abortada e intervenida el 13 de noviembre de 1992- y a sus familiares, quienes siempre estuvieron a su lado. Pues eso.

4/11/12

Carta de renuncia de Nicolás Lynch al cargo de embajador en Argentina


Tomado de peru21.pe.-El ahora exembajador peruano en Argentina, Nicolás Lynch, presentó ayer su renuncia al cargo, la que fueaceptada inmediatamente por el presidente Ollanta Humala, debido a la reunión que sostuvo en la sede diplomática con el Movadef, grupo pro Sendero Luminoso.
En su carta de renuncia, Lynch señala que decidió dimitir por el “deterioro en las condiciones de ejercicio del cargo podría afectar la política exterior del Perú, cosa que es preciso evitar”. Además, dice que su reunión “fue inmediatamente informada a la Cancillería Peruana”.
Sin embargo, afirma que se hizo un ‘cargamontón’ en su contra. “Siento repulsión por la campaña mediática contra mi persona (…) por una supuesta simpatía de mi persona por Sendero Luminoso o su fachada el Movadef”, señala.
“Se ha instalado en los últimos tiempos en el Perú un clima de intolerancia que rápidamente arma patrañas y establece cazas de brujas”, agrega, y ratifica sus declaraciones en relación a que la embajada es “la casa de todos los peruanos”.
Finalmente, sostiene que se va con la frente en alto“como hombre de izquierda que jamás cambiará sus convicciones por un plato de lentejas, por más que quieran asustarlo”.
Carta de Renuncia